He dado un giro de 360° y me encuentro en el mismo punto de partida pero yo no soy la misma; la cintura alargada y esas dos desvergonzadas que sin pena se han plantado en el entrecejo no mienten, así como no miente este corazón que se siente renovado.
Me encuentro en el mismo punto de partida pero la mujer que está por partir es otra.
Es una perfecta incompleta, con un libre albedrío empoderado y una clarividencia que le dan la lucidez para enteder que no tiene límites sino los que ella se impone; que no está libre de problemas pero que prefiere verlos como oportunidades; que tiene la certeza que cuando se rebusca adentro, duele, y que sacar los esqueletos escondidos debajo de las costillas cuesta – por lo bajo un par de tachos de lágrimas – pero que luego el alma se siente ligera.
Todavía está latente en mí el amor por la escritura y el terror de dedicarme solo a ello.
Pero a este punto me digo ¿qué importancia tiene dedicarme solo a ello?… mejor vivir para contarla como decía Gabo.
Y es eso lo que haré, contarles lo que he vivido.
Bienvenida de vuelta.
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