Día 161: Arte mortal y pasajero


CABO LEEUWIN

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Aunque a veces diga que no, aunque jure y perjure que la vida en la isla no me deja tiempo para nada más allá de la búsqueda de alimento, al final la verdad pone en evidencia el tamaño de mi mentira.

Y no hay más que darse una vuelta por Cabo Leeuwin para encontrar, por ejemplo, una de mis esculturas estúpidas. Y no porque sea una belleza o un gran adefesio, sino porque el arte efímero que nadie, salvo el autor, puede ver, se transforma inmediatamente en un sin sentido.

De todas formas sigo y seguiré cultivando plantaciones de piedras, al fin y al cabo, el arte es tan mortal como pasajero.

Anne

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EL TESTAMENTO DE DIOS


Nihil obstat Blog

Hace ya mucho tiempo de lo que voy a contar. Tanto tiempo que ya casi no me acuerdo de los detalles. Pero sintiendo ya próxima la hora de mi muerte, no quiero dejar de escribir mi versión, para que dentro de siglos no haya confusiones. O alteraciones del relato para beneficio de alguno o unos pocos.
Sucedió que un día de entre los días, que por aquella época en realidad no eran días, ni tampoco se puede hablar estrictamente de una época, ya que tampoco existía el tiempo, sucedió, decía, antes de todo, digamos en una oportunidad infechable, que estaba yo sentado en medio de la nada, aburrido de tanto no tener nada que hacer, ni ver, ni pensar, ni nada, que se me ocurrió una idea. Ustedes dirán, a la luz de la historia, que quizá fue una idea muy loca, pero por lo menos, mi espíritu salió del…

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