EL CÓDIGO DE SAINT-EXUPÉRY Y SU PRINCIPITO (I) – VOLVÍ A CAER EN LAS GARRAS DE ANTOINE…


Autor: Blogracho
Capítulo I: VOLVÍ A CAER EN LAS GARRAS DE ANTOINE...

Volví a caer en las garras de Antoine y, como siempre, terminé más intrigada del Pequeño Príncipe de cómo había iniciado.*

Más que una intriga, es un enigma.

Sí, propio así. Un enigma que me inquieta y que me está carcomiendo el corazón y que me lo hace palpitar como un bombo: tan fuerte tan fuerte, que con cada bom-bom, bom-bom, bom-bom, se levanta el viento, y el viento levanta las paredes de mi corazón rojo Valentino que suelta las baquetas pero que las vuelve a coger con violencia, para seguir palpitando. No está jugando ¡no! Es solo que no ve lo que hace.

Porque eso que dicen del corazón, que es ciego, en mi caso, es cierto. El mío en particular es ciego de nacimiento y no logra ver fuera de estas paredes rojo Valentino; por ende, mi corazón ciego de nacimiento que viste rojo Valentino, no ha podido ver que yo he crecido.

No ve. No sabe de razones. Como tampoco sabe que en estos años yo he llegado a conocerlo, y que he aprendido que cuando este músculo con paredes rojo Valentino late al ritmo del bombo – tengo que escucharlo. Porque cuando el corazón late así de fuerte – es señal de que está vivo.

Y será por como leí esta vez el Principito – como cuando de pequeña caía un libro en mis manos y no lograba avanzar de página aunque que el libro fuese fascinante – que de nuevo este corazón ciego de nacimiento que viste rojo Valentino y que no ha podido ver que yo he crecido, comenzó a palpitar al ritmo del bombo.

Y yo que siempre me había reprochado mi falta de concentración a la hora de leer. Pero hasta ayer. Ayer dejé de hacerlo. Ayer que reviví ese método de lectura muy mío, y que volví a sonreír y a ser feliz como cuando yo era niña y me pasaba las tardes divagando por las páginas de un libro, sin cambiar de página. Donde algunas veces mi voz sustituía la del narrador y era yo que continuaba hasta terminar la historia; otras me gustaba pensar que el autor me explicaba porqué escribía una cosa en lugar de otra, o porqué le hacía hacer una cosa a un personaje cuando le hubiese gustado hacerle hacer otra, opuesta a la que terminó por escribir en esas páginas.

El problema de este enigma es que no sé cómo explicarlo; por lo que lo mejor será comenzar en el principio.

* El Principito, Antoine de Saint-Exupéry

12 Febrero 2015: SALIR CORRIENDO


Autor: Blogracho

Salir corriendo en este frío helado. Congelar los miedos. Galopar el viento y con cada golpe de talón aplastar la incertidumbre. Dejar atrás los resentimientos. Bloquear la mente y el eco del corazón – totoc, totoc, totoc – que rimbomba en el silencio de la tumba.

LOS 50 COLORES DEL CIELO I – AZUL TERCIOPELO (MICRO-TRILOGÍA)


Autor: Blogracho
Capítulo I: Azul terciopelo

Cuando Alicia regresó a su país, lo primero que notó fue el color del cielo. Estaba intacto. Tal cual lo había dejado antes de emigrar a ese continente que suelen llamar viejo, y que ella se divertía en llamar “apolillado”.

Mi cielo es como una manta de terciopelo azul marino con lentejuelas plateadas, solía recitar Alicia cuando era pequeña. Ha sido dado en custodia a laboriosos serafines de corazón alegre, que incrustan una estrella cada vez que nace un niño por estas partes, concluía con voz risueña y bajando los dos brazos.

Podía estar horas a contemplar las Tres Marías, y se complacía en pensar que era una de ellas y se volvía coqueta y sonreía y envidiaba que siempre se tuviesen compañía.

Antes de iniciar su aventura como nómada, pensaba que a donde quiera que ella fuese, una cosa jamás la abandonaría: su cielo de terciopelo. Pero no fue así. No fue así por el simple hecho de que esa manta infinita está cocida con retazos, tantos, cuantos pueblos y ciudades existen en todo el universo.

Siena, Beijing, Oslo, Niza, Siem Reap, Praga, la Isla de Pascua… Algunos de estos cielos podrían pasar por una buena imitación, algunos se asemejan entre ellos; pero de algo estaba convencida Alicia, ninguno sería jamás igual de acogedor que su cielo.

Los peores son los que se vanaglorian de estar a la moda, decía Alicia cuando era adolescente. Milán, por ejemplo. Qué se desplome el cielo y que me destripe, si no es verdad que ese retazo de trapo ha sido puesto en manos de serafines belicosos; que por cada advenimiento, en lugar de bordar una estrella, escupen, donándole esa tonalidad gris semitransparente, y que en lugar de una caricia le dan un puño volviéndolo áspero y que cuando gritan opacan con sus alientos a smog el brillo de las lentejuelas, que Alicia en secreto continuaba a imaginar que seguía viendo.

Continúa…

24 Enero 2015: HEMINGWAY Y EL PRINCIPITO


Autor: Blogracho

El primer borrador de todo libro es una mierda; lo que cuenta es terminarlo. Decía Hemingway.

Si esto hubiese llegado a mis oídos dos años atrás, ni mi primer relato ni la pasión que nutría por la escritura, hubiesen terminado en el wáter.

Me deshice de mi primer borrador apenas terminé de leerlo y después de haber concluido, sin dificultad y en completa autonomía, que era un gran y colosal mojón de palabras.

Desde ahí me obligué a padecer de retención fecal hasta que, por casualidad o por obra divina, llámenlo como quieran, supe como la pensaba Hemingway; y sus palabras se tatuaron en mis manos con la misma mierda que un año atrás yo misma había descargado en el wáter.

Por ahí también escuché que el primer borrador tiene que ser escrito con el corazón, mientras las elaboraciones sucesivas deben ser escritas con el cerebro.

Desde ese entonces, cuando escribo, me gusta imaginar que soy el Vanidoso del Principito y que escribo con toda la abundancia de mi corazón y que soy el único escritor a habitar en la blogsfera y que cuando pasa por mi mundo un bloguero siempre me dirá que le gusta lo que yo escribo. Después pero vuelvo a ser Blogracho. Entonces pasa el Principito y me pregunta por qué estoy de nuevo Blogracho y no escribo. Y yo le respondo para olvidar. ¿Olvidar que cosa? Olvidar que tengo vergüenza. ¿Vergüenza de qué cosa? Vergüenza del corazón con el que escribo.

* El Principito,Antoine de Saint-Exupéry

16 Enero 2015: SIMPLICIDAD Y EXTRAVAGANCIA


Autor: Blogracho

¿Qué es simplicidad?

Simplicidad es cuando escribes con el dedo “TE AMO”.

¿Qué es extravagancia?

Es cuando tus palabras se imprimen en el corazón de la persona amada.