08 Enero 2015: PIDO DISCULPAS


Autor: Blogracho

A mis lectores imaginarios porque elaborar buen material en solo cuarenta y cuatro minutos, por micro que sea, es una faena absurda, y en mi caso soberbia e irrealista.

Dicen que para aprender a escribir hay que leer mucho; y para escribir bien, tener buenas bases gramaticales y escribir sin cansancio hasta que el callo del dedo medio te lata al unísono con los latidos del corazón.

De todas estas cosas yo no le atino ni de refilón a ninguna.

En efecto, la escritura para mí es como un amor tardío. De esos que te llegan después de haber probado el calor de otras bocas, la seguridad de otros brazos, el júbilo de compartir una tarde en bella compañía. La desolación del abandono. La gangrena de una traición. La hepatitis de un amor prohibido.

Te refugias en la familia y vives para colmar sus aspiraciones que parecen tener un hueco en el fondillo porque nunca es suficiente. Entonces en el día menos pensado, después de una habitual jornada de trabajo, inmersa en tu dulce vacío, notas una servilleta de papel, recoges el lapicero que alguien lo tiró al piso con la certeza de que tú la recogerías y lo pondrías en su lugar y empiezas a escribir cuánto te sientes solo y ese lector imaginario te escucha sin juzgar tus palabras, tus acciones, tu tristeza. No ríe de tus sufrimientos. Sostiene tus sueños. Te siente.

06 Enero 2015: LOS SIETE SECRETOS DE LOS PROLIFICOS


Autor: Blogracho

Es el libro de Hillary Rettig, que desaconsejo leer si lo que buscas es aprender a escribir como los grandes maestros de la literatura o sencillamente aspiras a escribir algo -leíble. Pero te será de gran utilidad si lo que quieres es terminar a toda costa un libro (cualquiera) y disfrutar de la perversidad del novel, que se activa y fermenta, al detectar errores e incoherencias de uno que se abanta de ser prolífico.

Es que Rettig es obsesionada con las palabras y con las páginas, con contarlas; su único y repetitivo consejo es el de que escribas inconscientemente y escribas y escribas (inconscientemente) hasta que llegues a tener pesadillas en la que llevas toda la noche tecleando cada una de las palabras que te pasan por la antecámara del cerebro: pescado frito con sueño de almidón de fútbol en la televisión con helado descongelado en el día de Reyes con seis grados bajo cero. Hasta que te suena el cronómetro que te indica que se han terminado los treinta segundos libres que tenías para dedicarte a tu libro, entre levantarte del retrete y lavarte las manos, después de haber defecado cuantas palabras has tecleado porque tu único objetivo en esa noche en tinieblas era martillar esas putas teclas sin pensar en el contenido, en la sintaxis, en la historia. Para que ese escritor reprimido salga de ti como un clavo sacado por otro clavo y brille por clavar libros. Sudas. Aprietas tus dedos en el cuello de tu pareja y mientras lo estrangulas gritas: ¡solo veinticuatro palabras en treinta segundos!; tengo que llegar a sesenta mil, tengo que llegar a sesenta mil, tengo… Te despiertas con el ardor en la mejilla que te ha provocado la bofetada que has apena recibido y jadeas.

05 Enero 2015: EL PODER DE LA PALABRA


Autor: Blogracho

Hoy doy a inicio al propósito más desquiciado que me he impuesto para el 2015: escribir un microrelato o relato corto al día y publicarlo en el blog. Inicialmente lo escribiré a mano y en una página, con solo treinta líneas estrechas, de mi agenda Moleskine blanca del Principito.

Todo esto en cuarenta y cuatro minutos al día, treinta para crear y catorce para corregir y digitalizar.

Quién como Gabriel García Márquez que (en “No he venido a dar un discurso”) confesó que: el oficio del escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica. Y ya llevaba cinco libros cuando lo dijo.

¡Bastardo de genialacho! Esto solo puede salir de la boca de uno que tiene tinta en las venas y cuyos eructos después de tres días de ayunos siguen saliendo aliñados y bailando cumbia.

En cambio yo, aquí, fijando esta página blanca con treinta líneas vacías, en modo tan penetrante que me pareció estar durmiendo y que las ondas del sueño se habían vuelto rígidas y yo les quería contar una historia dulce para que se relajaran y volvieran a ser onduladas, pero no podía hablar, ni escribir, porque estaba durmiendo.

Stephen King dice que hay un solo modo para escribir un libro: poner una letra después de la otra -que es lo que estoy haciendo en éste preciso instante.

Lo confieso, carezco de ingenio y de erudición pero estoy empuntada en recabarme cuarenta y cuatro minutos de libertad cada día de este 2015 y quién sabe si continuaré a hacerlo por el resto de mi vida; porque el único modo de alcanzar un sueño es dando un paso a la vez y ensuciarse de lodo y caca los zapatos para que, cuando llegues al camino asfaltado, tus hormas dejen huella.

¡HASTA QUE ME DECIDI!


Autor: Blogracho

Esperaba el momento propicio para escribir pero me resigné a que no llegaría.

Esperaba la idea brillante para sobresalir pero reconocí que no soy un genio.

Esperaba el amanecer para iniciar pero acepté que no tengo ninguna garantía que llegaré a verlo.