Autor: Blogracho
Hoy doy a inicio al propósito más desquiciado que me he impuesto para el 2015: escribir un microrelato o relato corto al día y publicarlo en el blog. Inicialmente lo escribiré a mano y en una página, con solo treinta líneas estrechas, de mi agenda Moleskine blanca del Principito.
Todo esto en cuarenta y cuatro minutos al día, treinta para crear y catorce para corregir y digitalizar.
Quién como Gabriel García Márquez que (en “No he venido a dar un discurso”) confesó que: el oficio del escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica. Y ya llevaba cinco libros cuando lo dijo.
¡Bastardo de genialacho! Esto solo puede salir de la boca de uno que tiene tinta en las venas y cuyos eructos después de tres días de ayunos siguen saliendo aliñados y bailando cumbia.
En cambio yo, aquí, fijando esta página blanca con treinta líneas vacías, en modo tan penetrante que me pareció estar durmiendo y que las ondas del sueño se habían vuelto rígidas y yo les quería contar una historia dulce para que se relajaran y volvieran a ser onduladas, pero no podía hablar, ni escribir, porque estaba durmiendo.
Stephen King dice que hay un solo modo para escribir un libro: poner una letra después de la otra -que es lo que estoy haciendo en éste preciso instante.
Lo confieso, carezco de ingenio y de erudición pero estoy empuntada en recabarme cuarenta y cuatro minutos de libertad cada día de este 2015 y quién sabe si continuaré a hacerlo por el resto de mi vida; porque el único modo de alcanzar un sueño es dando un paso a la vez y ensuciarse de lodo y caca los zapatos para que, cuando llegues al camino asfaltado, tus hormas dejen huella.