27 Enero 2015: EL ESTILO


Autor: Blogracho

Me imagino que el estilo para un escritor novel es lo que el temperamento para un niño de siete años al que un día la tía riendo de las ocurrencias que este disparaba le dice que le gustaba su temperamento y el niño le responde que él detesta la temperamento porque cuando le viene le toca estar en la cama todo el día sin poder jugar y sin poder dormir porque si se duerme le dan pesadillas y sueña que en cualquier momento llega la madre para enfilarle el supositorio en – el punto es que así como los niños el escritor novel actúa por instinto e ignora el por qué dice una cosa en lugar de otra siendo los demás los primeros a encuadrarlo e identificar de qué estilo cojea.

06 Enero 2015: LOS SIETE SECRETOS DE LOS PROLIFICOS


Autor: Blogracho

Es el libro de Hillary Rettig, que desaconsejo leer si lo que buscas es aprender a escribir como los grandes maestros de la literatura o sencillamente aspiras a escribir algo -leíble. Pero te será de gran utilidad si lo que quieres es terminar a toda costa un libro (cualquiera) y disfrutar de la perversidad del novel, que se activa y fermenta, al detectar errores e incoherencias de uno que se abanta de ser prolífico.

Es que Rettig es obsesionada con las palabras y con las páginas, con contarlas; su único y repetitivo consejo es el de que escribas inconscientemente y escribas y escribas (inconscientemente) hasta que llegues a tener pesadillas en la que llevas toda la noche tecleando cada una de las palabras que te pasan por la antecámara del cerebro: pescado frito con sueño de almidón de fútbol en la televisión con helado descongelado en el día de Reyes con seis grados bajo cero. Hasta que te suena el cronómetro que te indica que se han terminado los treinta segundos libres que tenías para dedicarte a tu libro, entre levantarte del retrete y lavarte las manos, después de haber defecado cuantas palabras has tecleado porque tu único objetivo en esa noche en tinieblas era martillar esas putas teclas sin pensar en el contenido, en la sintaxis, en la historia. Para que ese escritor reprimido salga de ti como un clavo sacado por otro clavo y brille por clavar libros. Sudas. Aprietas tus dedos en el cuello de tu pareja y mientras lo estrangulas gritas: ¡solo veinticuatro palabras en treinta segundos!; tengo que llegar a sesenta mil, tengo que llegar a sesenta mil, tengo… Te despiertas con el ardor en la mejilla que te ha provocado la bofetada que has apena recibido y jadeas.