Autor: Blogracho
Los cuarenta y cuatro minutos ya pasaron y yo apenas estoy iniciando este post. Cómo quisiera volver a inicios de este año y mirar la televisión un viernes por la noche en completa calma o caer rendida poco después de las diez de la noche. Olvidarme que hice un compromiso contigo y que quizás soy la única que lo recuerda y a la única a la que le importe. Me repito que es inútil: que para escribir un gran mojón de palabras es mejor no escribir nada. Pero en el intento de auto-doblegarme esta idea salta como un gato enloquecido – y los gatos nunca se equivocan – respiro y me recuerdo que un día te prometí que crearía un vínculo contigo, que te hablaría todos los días a media noche de Italia, y es eso lo que estoy haciendo.
Pero el escritor es humano y su vida es como la de cualquier personaje de un libro, y yo no soy más que otro personaje de este libro infinito; que al autor de este libro no le convence de mí esto o aquello y que está probando a limarme, a quitarme los excesos y a completarme con lo que me falta, que me está modelando.
Hoy estoy abatida. Me alegra no haberte fallado, pero siento no haber hecho lo mejor que podía.